La Danza con Sable es curiosa. Es una vertiente en que se juntan la gracia, armonía y espontaneidad femenina, con la técnica, dureza y elemento masculino. O gusta o no gusta, no admite términos medios puesto que se trata de jugar con un elemento (como ocurre con las velas, velos, alas, etc…). Así pues, decidí preguntar a Sol Arrabal, profesora de Danza del vientre y entusiasta seguidora de esta vertiente.

Danza con Sable. Fotografí­a de Montse Garcí­a.

La entrevista, por así decirlo, no son más que dos simples preguntas: ¿Qué es la Danza con Sable? y ¿Cuales son sus objetivos? Pero en esta ocasión, al realizarse esta entrevista por mail, Sol resume ambas en una bonita respuesta final.

 

Té con Menta: ¿Que és la Danza del Sable para ti? y ¿Cuales son los (o tus) objetivos en esta Danza?
Sol Arrabal: «Cuando Marina me pidió que escribiese un artículo sobre la danza con sable, lo primero que se me ocurrió es escribir sobre los orígenes, cómo y cuándo se baila… en fin, todas esas cosas que están en cientos de páginas de internet y que resulta sencillo consultar. Si queréis comprobarlo, tan sólo tenéis que escribir «danza con sable» en google y veréis!
Así que, como Marina no es una profe común y corriente sino una profesora y una bailarina única por su gran técnica, su maravillosa humanidad y sus inagotables generosidad y alegría, me dije: – tienes que escribir algo único para el blog de Marina, ¡que se lo merece!-
Y lo más único y preciado que tengo es compartir con vosotras las dos cuestiones esenciales que la danza del sable provoca en mí cada vez que bailo o que la enseño y, por lo tanto también lo que he visto que provoca en mis alumnas, en otras bailarinas. Con el deseo de animaros a experimentarlo y a disfrutarlo.

sol-arrabal

Lo primero y más obvio, es que el uso del sable nos ayuda muchísimo en la alineación y en el aislamiento de los movimientos. Si para ti hacer el shimmie de forma relajada sin mover nada más que las caderas es aún una dificultad pendiente de superar ¡colócate un sable en la cabeza y verás! Casi por arte de magia tendrás que colocar bien la barbilla, la pelvis, los pies, respirar acompasadamente, soltar el cuerpo y vibrar en el lugar correcto, ¡tu cuerpo recupera su sabiduría casi al instante! Bueno, vale, hace falta un poco de práctica, pero es un proceso mucho más rápido que sin el sable, lo he comprobado infinidad de veces en mis once años de profesora. El siguiente paso es disfrutar del shimmie mientras haces el camello de pelvis o de pecho… siempre con el sable en la cabeza, claro. Sí, se puede y es tremendamente placentero.

Lo segundo es el goce del poder, de la fuerza, de la guerrera que se unen sin dificultad ninguna a la belleza, la suavidad y la feminidad propias de la danza oriental. Sentir el peso del sable en la mano, hacerlo ondear por encima de tu cabeza o en forma de ochos, entrechocarlo con el de tu compañera de danza, son posibilidades que abren la puerta a una sensación que muchas de nosotras tenemos olvidada o incluso «prohibida» porque hay que ser buenas y dulces. Os recomiendo fervientemente que sintáis el placer la guerrera en vuestros cuerpos, la fuerza de la mujer que sabe que tiene el poder “el arma- y aún así no la usa para herir sino para crear belleza. Aún escribiéndolo se me pone la piel de gallina y siento la emoción en el estómago. Bailad vuestra fuerza, emocionaos, ¡brillad tanto como los sables bruñidos!

Permitid que la danza os ayude a vivir una vida más plena. Un abrazo.»

Como final de post, agradecer humildemente las amables palabras de Sol :o y hacerlas extensivas a todas mis alumnas y profesoras, ya que han sido ellas las que han formado y curtido lo que hoy en día soy.

Si te ha servido o lo has encontrado útil, o simplemente te a gustado, salúdame por los comentarios. Lo agradezco más de lo que piensas, ;) Gracias.
Marina Salvador