Algunas personas, me han comentado, a raiz del post «Psicología transpersonal y Danza Oriental«, su desconcierto por la complejidad que representa el entender que es exactamente la Psicología esa. He de admitir, que, ya no ésta sinó que casi todas las variantes de las psicologías y demás ciencias, encierran en sus descripciones más conceptos etéreos y confusos que cualquier manual de un vídeo 😛

Así pues, decidí contactar con Meritxell Masachs para que, con una esclarecedora visión, nos iluminase a tan profanas mortales 😉 con palabras más amenas de las que pueden dar la Wikipedia, por ejemplo, o cualquier tratado.

Su respuesta fué muy clara:

«Marina -me dijo- citaré a un gran matemático y filósofo para representar lo que me pides: Si el objetivo fuese hacer que los alumnos pensasen, más bien que hacerles aceptar determinadas conclusiones, la educación se conduciría de una manera completamente diferente: habría menos rapidez de instrucción y más discusión, más ocasiones en las que los alumnos fuesen estimulados a expresarse por sí mismos, mayor esfuerzo para que la educación se limitase a materias por las que los alumnos sintieran algún interés. Y, sobre todo, se intentaría despertar y estimular el amor a la aventura intelectual. (Bretrand Russell)»

8-O Claaaaaro, sensacional. Hay cosas que sí, y otras que no. Y una de las que no, es que no puedo estampar una cita filosofo-platónica como explicación a una pregunta concreta (bueno, si, si que podría, pero entonces, en vez de «Té con Menta», este blog se llamaría «Tila con Menta» 😉 ).

Entonces le pregunté que me respondiera a la pregunta: «¿Que pretendes cuando impartes los cursos de Psicología Transpersonal y Danza del vientre

…y esta fué su bonita respuesta:

«Después de una vida intensa, en 1995 tuve un despertar aún más intenso. Durante diez días, aislada en la selva guatemalteca, el cielo se volvió tierra y la tierra se volvió cielo; ambos fundidos en un abrazo; el abrazo era yo. Fue tan grande el gozo, que cuando volví a mi tierra quería más (gran error) e inicié una búsqueda. Poco después de mi espíritu despertó mi cuerpo y desarrollé una enfermedad de «origen desconocido» que entonces nadie sabía tratar. Y busqué en la medicina alternativa, en la psicología alternativa, en las prácticas espirituales, etc.

Fue entonces cuando encontré la danza oriental. Movió y reabrió en mi muchas puertas. Tuve que reelaborar lo que me encontraba, esta vez desde otro sitio. Femenino y masculino, pasado y futuro, individual y colectivo, etc. Experimenté, me equivoqué muchas veces, pero aprendí y sigo aprendiendo. Por suerte contaba con una gran base: una carrera en psicología, mucha curiosidad, honestidad y valentía, además de una tendencia natural a aprender fácilmente.

La vida me dio un regalo y ahora es el momento de entregarlo al universo, con gratitud. Es el momento de transmitir aprendizajes, compartir sabiduría, para que otras personas puedan hacer su camino de una forma más certera, más directa, y no como yo, experimentando el ensayo-error. Que mi conciencia sirva para dar más conciencia. Y así, entre todos, hagamos lo correcto, en la danza y en la vida, de una forma más fácil, más harmoniosa.
Esto es lo que pretendo cuando imparto cursos de psicología transpersonal y danza oriental