Con bastante retraso, pero al fin me han llegado las fotos de la fiesta romana en donde participamos en Guissona.
He de reconocer que es uno de los bolos (o actuaciones) más originales y divertidos que me ha salido nunca.
Guissona está impregnada de pasado y vestigios romanos, siendo por ello que cada año, el tercer fin de semana de Julio, celebran el llamado «Mercado Romano de IESSO» (Guissona tal y como la pronunciaban los romanos). La fiesta consiste en la reproducción de diversas escenificaciones de la vida cotidiana de Roma/los romanos durante todo un día, y en la que se vuelca todo el pueblo entero con una alegría y «buen rollete» envidiables.
Paseos triunfales, luchas de gladiadores, venta de esclavos, danzas imperiales, bacanales, mercados, etc… todo ello se puede encontrar durante un día en vivo en este pueblecito, tal y como lo viviríamos si viajasemos en una máquina del tiempo (salvando las distancias, claro)
Iesso se llena de patricios y plebeios, los ciudadanos se convierten en orgullosos ciudadanos romanos, los comerciantes engalanan sus tiendas al más puro estilo eventual, los restaurantes elaboran una cocina creativa inspirada integramente en las costumbres de la antigua Iesso, etc…
En este caso en concreto, nuestra representación estaría vinculada al pasacalles y al mercado de esclavos (producto de alta estima en aquellos tiempos, las danzarinas orientales, se supone). El caso es que María, Silvia y una servidora fuimos contratadas para ello.
Ya de entrada sonaba algo raro e inusual (muchas sabeis de mis aficiones por lo «unusual y/o inusitado», no?), pero sobre el papel y pensándolo fríamente no se apartaba de algo «ligeramente» curioso y/o normal (figurar en un par de pasacalles sin hacer nada especial, y luego dar algún toque oriental en una tarima). La compañía encargada de este espectáculo era «La Cremallera Teatre«, gente de la cual sólo puedo hablar excelencias de ellos, tanto a nivel profesional como humano de todos y cada uno de sus componentes.
La troupe al completo
Pero, como siempre, la sorpresa vino en el momento de la verdad. Podría decir que el «teatro» era lo mínimo en aquellas representaciones; atadas de manos con auténticas cadenas, andano entre empujones, exhibidas como auténticos objetos de compra, contemplamos como la profesionalidad de la compañía, y la implicación de todo un pueblo, pueden llegar a convertir algo que en principio parecería soso, en una experiencia increíble.
El soldado romano como se lía a empujones y golpes con el esclavo rebelde (dos buenos amigos, tramados en una perfecta mentira escenográfica que era imposible vislumbrar), empujándolo contra las paredes, pegándolo, escupiéndole, arrastrándolo…la esclava encerrada en una jaula y martirizada por los golpes y abucheos de los guardianes (novia del anterior soldado, escenificándolo con amigos de ambos)…el público (vecinos) totalmente entregado a su papel, etc…
Aquí, acojonadas perdidas 😉
Y en medio de todo ello, allá estábamos las tres; con un notable acojone al principio, un mediano nerviosismo posterior al ir viendo de que iba la historia, y una perfecta adaptabilidad al papel por fin, al comprobar como fluyen las emociones, y como, dentro de un profundo respeto e inmensa profesionalidad, aflora un espectáculo, por que no decirlo, cargado de un respetuoso erotismo, controlada violencia, limítrofe morbo y cruda realidad digna de las primeras fiestas paganas carnavalescas.
Jugar con las emociones siempre es bueno. Hay que tener claro donde los límites marcan la persona de cada una. Pero poder sentir un poco la sensación de descontrol dentro de un concepto que está controlado, siempre es excitante, divertido, curioso y enriquecedor. Desde aquí me gustaría felicitar tanto a la organización de tan magno evento, como a la compañía de la que, por un tiempo, formamos parte.
Bailamos en un primer pasacalles, como esclavas de una comitiva de Cleopatra en su desfile para saludar al César, nos empujaron en el segundo pasacalles, que era el camino hacia el mercado de esclavos, y nos rebotamos con rebeldía al público en la última escenificación de nuestra venta como esclavas. (ei !!!, que al final nos compró el Cesar !!! 🙂 ).
En el puesto de Cleopatra…..mola 😉
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