Pilar Pons, monitora de lactancia materna, fisioterapeuta y enfermera, nos ofrece otro interesante articulo sobre el suelo pélvico y el embarazo:

Hemos vivido un embarazo, es decir todo un largo periodo de cambios, espera, emociones, miedos y felicidad, el cual desemboca en ese parto, a veces precioso, en ocasiones distinto de cómo lo habíamos imaginado.

Y como vivencia siguiente nos encontramos de lleno en la lactancia, buscamos ayuda, nos reencontramos con mujeres solidarias que hayan vivido lo mismo o que están pasando por ello en el mismo momento.

Si sumamos los meses en los que no hemos cesado de vivir cambios, nos vamos a encontrar seguramente con más de doce hojas de calendario, sin tregua para los roles hormonales, de aprendizajes nuevos, de maduración en nuestra lí­nea genealógica que nos impulsa a retomar decisiones y a imponernos respecto a lo que queremos hacer y no lo que supuestamente impuesto por alguien, debemos hacer con nuestra familia.

Pero, ahí no debería terminar nuestra recomposición ante el cuerpo y la mente, pues existe una zona en nuestra anatomía que nos está pidiendo a gritos una atención especial: el suelo pélvico.

Generalmente sabemos que la constancia siempre nos lleva a conseguir lo que queremos para nosotras y los nuestros, solamente que esta asignatura nos aparece en plena época de crianza, de cambios corporales que nadan entre emociones miles, poco tiempo libre y cierta dejadez por nosotras.

Centrémonos por unos momentos en nuestro periné, repasando los daños que ha podido sufrir ante un embarazo, parto, episiotomía, lactancia y abstinencia sexual.

El suelo pélvico está formado por unos músculos capaces de proporcionarnos continencia en los esfínteres, sujeción para las vísceras y confort en las relaciones sexuales. Diríamos que ese es su estado hipotéticamente puro, sin impactos, aunque no debemos olvidar que nuestra cultura no favorece en absoluto su tono muscular. Si fuéramos de algún país oriental, lo más probable es que no sería necesario estar haciendo hincapié en sus cuidados.

El embarazo

Durante nueve meses nuestro útero va a ir creciendo y con ello aumenta el peso incidente en la musculatura perineal, presionando además la vejiga y el recto.

También las hormonas aportan cierta laxitud muscular y articular.

El parto

El parto vaginal va a ocasionar un duro impacto en el suelo pélvico, sobretodo durante las contracciones más operativas, las del expulsivo y ésto se verá agravado si sumamos el número de partos y la influencia del peso y tamaño de la cabeza de los bebés. El tipo de parto también va a influir, así como las horas de trabajo de expulsivo o una cesarea. En éstas, el suelo pélvico no va a sufrir como en el parto vaginal, pero se ha demostrado que ya por el embarazo, se va a deteriorar la musculatura de alguna manera y también es conveniente hacer recuperación.

La episiotomía

El corte en los tejidos y las terminaciones nerviosas, deteriora el periné y además es una de las causas por las que el reinicio de las relaciones sexuales, puede demorarse por muchos meses.

La lactancia

Durante la lactancia y por motivos también hormonales, existe sequedad vaginal, lo cual no contribuye a mejorar el estado del suelo pélvico y puede agravar más la dificultad en las relaciones sexuales, aparte del poco tiempo libre que se tiene con un bebé en casa.

Las relaciones sexuales

Para tener relaciones, primero deberíamos tener cierta predisposición y eso resulta algo difícil en el post-parto, pero aún suponiendo que la tuviéramos, nuestro suelo pélvico seguramente no nos iba a dar facilidades.

Los sí­ntomas pueden ir desde la molestia al dolor, pero lo que es seguramente cierto es que no nos sentimos igual que antes.

Nuestro poder femenino (dar la vida, lactar, recibir y otorgar placer y decidir acerca de nuestra planificación familiar)

Igual que tenemos muy claros nuestros poderes en el embarazo y en la lactancia, es decir, que nos sentimos orgullosas de esta capacidad nuestra de dar la vida, deberíamos también ser muy conscientes de la fortaleza de nuestro suelo pélvico y que su buen estado deriva en una óptima sexualidad.

Y de la misma manera se nos debe respetar la decisión que tengamos acerca de nuestra planificación familiar, sin presionarnos a optar por medios anticonceptivos con los que no estemos de acuerdo.

Tratamiento y pequeños secretos para lograrlo

Durante el embarazo se debería hacer masaje a diario en el periné, para hidratar y flexibilizar la zona que más tarde va a sufrir el fuerte estiramiento acompañado de descenso. Cualquier aceite nos puede servir y unos minutos al día son suficientes. En este periodo poco podemos evitar ya que el útero va a ir creciendo y haciendo presión sobre la musculatura, pero la vigilancia misma de un buen embarazo, así como evitar el exceso de peso, va a ser muy positivo.

Después del parto y cuando los puntos no molesten, se pueden empezar a hacer ejercicios contrayendo los esfínteres y empezar así a dar tono a los músculos. Se deben hacer de tres formas diferentes: lentos, o sea sostenidos, contando hasta diez en la contracción, rápidos y seguidos y en ascensor, tanto al subir como al bajar. Es muy importante no contraer los músculos abdominales, mientras se realizan.

Aquí, de nuevo, el masaje en la episiotomía va a ser decisivo para mejorar la cicatrización y ayudar a regenerar las terminaciones nerviosas.

El uso de los conos vaginales, también va a ser un buen aliado en esta gimnasia diaria y los podemos encontrar en farmacias. Su terapia consiste en introducir en la vagina un cono durante diez minutos al día y cuando lo retengamos perfectamente, podemos ir pasando al cono superior en peso y así hasta completar los cinco conos de la terapia.

No se deben hacer abdominales clásicos, hasta que la musculatura esté lo suficientemente fuerte como para poder resistir la presión abdominal, pero sí podemos realizar gimnasia hipopresiva, la cual consiste en hacer abdominales sin presión y en apnea. Podemos encontrar especialistas en nuestra localidad.

Trucos para ser constante

El tiempo va a ser nuestro peor enemigo, ya que con un bebé es difícil organizarse, pero podemos pensar pequeños trucos como hacer ejercicios mientras damos el pecho o utilizar los conos durante la ducha.

Si después de unos seis meses de terapia en casa, prevalecen los síntomas de debilidad de la musculatura del suelo pélvico (incontinencia de orina o de gases, sensación de peso e imposibilidad de tener relaciones sexuales) debemos buscar ayuda, para que nos valoren y recomienden el tratamiento a seguir, en rehabilitación.

Prevención

Lo ideal sería tener la certeza de que nuestro suelo pélvico siempre está en perfecto estado e ir remediando su debilidad, después de los partos o en la menopausia y no dejarlo para cuando la clínica sea más aguda.

Legado de madre a hija. Hablemos con nuestras madres, hablemos con nuestras hijas

En la prevención también entraría el educar a nuestras hijas a partir de cierta edad, adecuando los consejos. Primero les recomendaremos que no se aguanten el pipí y que intenten ir al baño cuando lo necesiten y en la adolescencia, que adquieran los buenos hábitos y empiecen a hacer ejercicios de suelo pélvico.

También podemos aconsejar a nuestras madres, que no tuvieron la información necesaria después de sus partos, y explicarles que la rehabilitación va a darles una mejor calidad de vida.

En armonía con nuestro cuerpo y nuestras emociones

Cada vez más seguras de que un cuerpo sano y fuerte va a facilitarnos bienestar y nos va a ahorrar problemas venideros, nuestro mundo emocional se verá fortalecido también al vivir nuestra sexualidad satisfactoriamente.

Nota 19.01.2012

Han hecho un artículo de Pilar Pons en la contra de La Vanguardia (sábado 19 enero 2013) sobre el suelo pélvico, os dejo el link aquí.

Si te ha servido o lo has encontrado útil, o simplemente te a gustado, salúdame por los comentarios. Lo agradezco más de lo que piensas, ;) Gracias.